RESEÑA DEL SEMINARIO III DE JAQUES LACAN EN MURCIA. LAS PSICOSIS. CAPÍTULOS DEL I AL IV. ENRIC BERENGUER.

 

El pasado 12 de noviembre, tuvimos con nosotros en el SCF de Murcia a Enric Berenguer, quien nos habló de los cuatro primeros capítulos del seminario 3, las psicosis. Esto es una breve reseña al respecto.

En primer lugar, Enric Berenguer nos comenta que Lacan, realiza todo un esfuerzo de investigación en este seminario para poder llegar al término de forclusión del nombre del padre.

En un principio, nos dice Berenguer, Lacan se plantea poder responder a la pregunta de Freud sobre el mecanismo de las psicosis: Si para dar cuenta de los síntomas neuróticos podemos plantear el mecanismo de la represión ¿Qué mecanismo podemos pensar para los síntomas psicóticos?

Freud planteará que hay cierto tipo de rechazo de la realidad en la psicosis. El significante rechazo será tomado por Lacan, lo que veremos más adelante.

Lacan, en este seminario, no toma la teoría lingüística de Saussure sino del lingüista francés Émile Benveniste, ya que Saussure tiene una teoría de la lengua, pero no de la palabra. Lo que le interesa a Saussure es el lenguaje, pero la dimensión de la palabra va más allá y tiene que ver con la puesta en práctica de un sujeto particular en la relación con otros, lo que no se reduce al lenguaje.

La palabra se relaciona con actos de habla particulares, donde lo que se da es hablar en nombre propio y dirigirse a un interlocutor. Se trata de la intención comunicativa, de la enunciación, que siempre va más allá del enunciado. Benveniste desarrolla el concepto de enunciación, que Lacan tomará a partir de este momento y que será clave para estudiar la psicosis.

La teoría de Benveniste es una teoría de lo simbólico. Toma en cuenta la palabra como un vínculo entre dos sujetos en la que el receptor toma un lugar de referencia fundamental. Es un Otro que recoge y autoriza esta dimensión de comunicación. Se trata de una dimensión de reconocimiento muy importante donde el receptor está en el lugar de reconocer o no reconocer a este otro como persona hablante.

Berenguer nos comenta, que a partir de esto, Lacan piensa que el Otro del lenguaje no puede reducirse al código, sino que es un Otro que tiene un vínculo en la medida en que en la palabra está en juego la autenticación del estatuto mismo del sujeto capaz de comprometerse con su palabra.

Esto es muy importante para Lacan, ya que piensa que el sujeto psicótico no puede tener este nivel de relación con su Otro. Según él, el psicótico no soporta la dimensión de compromiso en juego en la relación con el Otro de la palabra en tanto que es una relación en la que tiene que darse el consentimiento a un vínculo. Es por eso que Lacan dice que para el psicótico el Otro no está, ya que hay como un borramiento de esta dimensión de la palabra, aunque sí estaría la dimensión del lenguaje. Lo que se da es una Verwerfung, un rechazo de lo que está vinculado al Otro en tanto simbólico.

Así, el Otro, que nunca es nadie en particular, desaparece, y lo que queda en primer plano es el otro imaginario, el cual quedará investido con los poderes de la figura del Otro, por lo que se volverá un otro persecutorio.

Pero el rechazo no se da solo en el sujeto psicótico. En las neurosis hay ciertas formas de rechazo, las que podemos observar por ejemplo en las negaciones que aparecen en su discurso. Aquí, Lacan planteará la diferencia entre la negación del neurótico y el rechazo psicótico, lo que es una diferencia muy importante por que la negación o Verneinung supone una afirmación primordial fundamental, que es lo que Lacan llama Bejahung.

Así para el neurótico, el contenido negado ha sido inscrito en su inconsciente con anterioridad, ha habido una primera admisión del contenido en el universo simbólico del sujeto, una bejahung, y la negación es una forma de protegerse de este contenido, mientras que para el psicótico no hay ninguna admisión ni consentimiento a nivel inconsciente, sino un rechazo radical. Al no haber ningún tipo de reconocimiento, en el psicótico no aparece una negación sino algún tipo de fenómeno externo, como una interpretación delirante o una alucinación por ejemplo. Lo que se rechaza a nivel de lo simbólico aparece en lo real.

A diferencia de la neurosis, donde vemos la dialéctica entre lo reprimido y el retorno de lo reprimido, en la psicosis lo que vemos es que algo retorna en forma alucinatoria, por lo que es algo que ha sido rechazado de manera diferente a la represión. La Bejahung primordial, que no ha estado en el psicótico, produce un rechazo que no tiene que ver con el mecanismo de la represión.
Pero aquí Lacan se plantea otro problema, ya que el universo simbólico del sujeto neurótico tampoco es completo, es decir, que la Bejahung del neurótico no es completa, esto es a lo que Freud llamó la represión primaria. Entonces, Lacan se pregunta cuál es la diferencia entre la represión primaria y el rechazo psicótico, llegando al final del seminario a la conclusión de que la forclusión específica del psicótico es la del nombre del padre, la no inscripción de su función simbólica.

El que lo simbólico no recubra todo lo real, no hay Bejahung completa, le permite a Lacan dar un paso más, y es aquí donde pasa de un Otro completo a un Otro que siempre incluye una falta. Es la insuficiencia del Otro, no hay garante, el Otro siempre falla, y neurosis y psicosis son dos respuestas diferentes a este problema humano.
En las psicosis, las formas de no poder soportar la tachadura del Otro son extremas, y van desde la idealización hasta la degradación. Sin embargo, en el neurótico hay una dimensión dialéctica, y aunque tratará de rescatar también las partes ideales del otro, también puede reconocer que el otro es humano y puede fallar. Por ejemplo, un padre puede fallar y esto no hace que falle la función paterna, pero para el psicotico sí, ya que si el padre falla, falla también la función. En el caso del psicótico el padre es la función. Además, el neurótico tratará de responder a esta tachadura del Otro, también a través de su fantasma, lo que ordenará algo de su goce.

En cuanto a las alucinaciones verbales, a Lacan no le queda claro por qué no se trata de cualquier palabra, sino que son palabras con contenidos particulares. Esa palabra, la alucinación, introduce la dimensión del objeto, hay algo ahí de la dimensión pulsional donde se apunta a algo del goce del sujeto.

Lacan plantea que la dimensión de la enunciación produce una división del sujeto donde a veces el sujeto no se identifica con su propia palabra ¿esto que digo me pertenece?. En la neurosis se da la “atribución subjetiva” lo que quiere decir que, aunque el sujeto necesite un tiempo, puede asumir lo dicho como propio por que hay algún conocimiento inconsciente del contenido negado. Sin embargo, aunque el sujeto psicótico también experimenta esta división, no puede asumir ni reconocer su contenido y en vez de retornar en forma de negación, lo que se producirá es la alucinación.

Así, Lacan se va aproximando a lo que hay de real en el fenómeno psicótico. En la alucinación psicótica hay algo del goce del sujeto no reconocido, este goce que no es cubierto por lo simbólico aparece en lo real en forma de alucinación.

En los fenómenos alucinatorios aparece algo del orden de lo real y que no es puramente imaginario, es algo del goce del sujeto, lo que sería el objeto a, aunque aún no lo ha dicho como tal. Hay un real en juego donde algo del goce del sujeto, inasumible por él, retorna alucinatoriamente. Esto que el psicótico no puede asumir ni reconocer es atribuido al otro. Es del otro de quien viene la palabra, por ejemplo, “me trata como un perro” “dice que soy una puta”…etc.

Con respecto al tratamiento de las psicosis, en la medida en que el sujeto psicótico pueda reconocer algo de su propio goce, el sujeto puede mejorar, aunque indudablemente esto necesitará un tiempo para que él, en algún momento, se lo pueda atribuir.