Toxicomanías y adicciones

Los síntomas psíquicos están enraizados en la cultura, y varían conforme la cultura va variando. Un ejemplo de estos son las adicciones, cada vez más frecuentes en nuestros días, quedando las neurosis de las que hablaba Freud en un segundo plano. La neurosis estaba referida al conflicto generado entre los ideales y la pulsión, o entre el empuje de la parte más “animal” del hombre, lo sin ley, y las leyes de la cultura. Este conflicto se resolvía con el advenimiento del síntoma como “formación de compromiso”quedando lo pulsional aplacado en las leyes del significante.

Sin embargo, en la actualidad los ideales son cada vez más escasos y reina la decadencia de lo simbólico, a la vez que aumenta la permisividad. Ahora, si hay un ideal imperante ese es el del goce. El imperativo a gozar de todo sin límite alguno y la obligación a ser feliz en todo momento. Si antes el goce era culpable, ahora gozar es un imperativo. Si antes la depresión estaba vinculada con la culpa y la trasgresión, ahora de lo que se siente más culpable la gente es de no ser suficientemente feliz, de no gozar lo suficiente, existiendo una gran dificultad para aceptar los límites que la vida impone.

El discurso capitalista intenta hacer desaparecer la imposibilidad, la castración. Esta lógica quiere hacernos creer que la satisfacción está del lado del tener, y no del ser. Para este discurso no hay barreras, no hay límites, y sin embargo el sujeto es cada vez más infeliz. Al perder sus referencias simbólicas, el sujeto queda envuelto en lo pulsional, ya que lo simbólico pone un límite al goce. Y enmarañado a la pulsión queda reducido a relacionarse con sus objetos de goce; dinero, drogas, sexo, aparatos de última generación…etc, quedando la relación con las personas cada vez más afectada. Así, la toxicomanías son un acceso directo al goce sin tener que pasar por el vínculo social. Adicción a las drogas, alcoholismo, cibersexo, anorexia, bulimia…etc son cada vez más frecuentes en las consultas.

Para Freud, la toxicomania no era un síntoma propiamente dicho, no se trata de una “formacion de compromiso” fruto de la represión, sino mas bien, síntomas de ruptura con el lazo social. Freud lo llamaba “el quitapenas” ya que servía para mitigar el dolor de existir. Freud, también lo consideraba un sustituto de la masturbación, y en realidad es así, ya que el sujeto adicto deja de relacionarse con los demás, ya que no hay mejor partenaire que su objeto de goce, con el cual satisface su pulsión de manera solitaria.

Lacan habla de un goce auterótico, el goce del idiota, donde se adquiere el goce directamente sin pasar por el otro. La droga es una forma de ahorrarse los sinsabores de “la no relación sexual”, que está implícita siempre en toda relación humana. No relación sexual en el sentido de las dificultades que siempre están en toda relación de pareja debido al hecho de tener diferentes formas de goce no complementario.

Otro ejemplo de esto es la dificultad de los tóxicomanos para acercarse a la consulta, ya que su palabra ha quedado cortocicuitada por la sustancia. La droga es una forma de gozar sin hablar.

El psicoanalista francés Eric Laurent, habla del silencio mortífero de las das drogas en el prólogo del libro “el silencio de las drogas”, del psicoanalista Luis Darío Salamone. En palabras de éste: “El silencio puede ser el marco y el fondo en estos casos, y se trata de internarse en esa zona de silencio, un silencio que puede resultar mortífero, para ver si podemos lograr que palpite nuevamente el corazón apagado, aplastado por las sustancias tóxicas, del deseo del sujeto. Las relaciones entre el deseo, la vida y la muerte fueron tempranamente exploradas por Lacan. Y el silencio puede ser una autopista que permita trabajar y poner a funcionar de forma diferente las articulaciones entre la vida y la muerte, haciendo que el deseo circule, logrando primero que el sujeto pueda romperlo y tomar la palabra”.

Se trata entonces, de permitirles hablar de su individualidad y sus problemas con la vida, siendo esto algo que tomará su tiempo, puesto que en principio va a estar presente la toxicomanía como algo presintomático y no tejido de lenguaje, sino de silencio, para pasar después, a través de la palabra, a “crear un sintoma”, lo que sí tiene un tratamiento a nivel simbólico. Así, el psicoanálisis le da la oportunidad de volver a retomar una relación con las palabras, liberándolo así de la tiranía hacia el imperativo del goce en el que se encontraba sumido.

Luis Darío Salamone. “La droga como defensa contra lo real suele traer problemas”. Entrevista en la revista: Télam cultura.
Luis Darío Salamone. “El silencio de las drogas” Ed Grama. 2013
Manuel Fdez Blanco: “Lo viejo y lo nuevo de la angustia”. Conferencia SCF Murcia. Octubre 2013.
Manuel Fdez Blanco: “Repetición, memoria e aspiración antideterminista do suxeito actual”. Aula Castelao Filosofia. Abril 2013

María Isabel Sánchez

Psicologa-Psicoanalista

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